martes, 22 de enero de 2008

AGUJERO DE GUSANO (...y el umbral intraspasable.) Los Antiguos. Relato? Corto.


LOS ANTIGUOS.

Soy un Antiguo.... Somos los Antiguos.....

Nuestras raíces, oscuras, se hunden en los abismos. Antes de todo recuerdo, antes del primer pensamiento... ya estábamos aquí... perdidos en tierra de nadie, príncipes del vacío. Nací como tú, carne, presente... pero soy pasado, niebla, como los otros. Mi Ser se construyó en la lejanía. Antiguo como el corazón del mundo... Algunos son anteriores a mí, ni siquiera pertenecen a este lugar... Yo les conozco.
... mi espíritu perdura, mis recuerdos perviven, escondidos en las fisuras y grietas de mi alma ancestral... A veces resurgen, otras, se olvidan... pero no por mucho tiempo...
Cada vida es un nuevo desafío, una nueva oportunidad para devolverme mi verdadera identidad. Ignoro en cuantas de ellas fui consciente de cuanto ahora sé... Somos seres verticales en un mundo horizontal, suicidas vocacionales, fantasmas entre un enjambre de ciegos.
Los demás son sólo errantes... Ayer, hoy, mañana... Se cruzan conmigo por las calles... de esta ciudad... de cualquier ciudad... son cuerpos inertes. Finitos en la propia finitud de su existencia, sólo ignorantes, por ello, muertos en una sola vida.
Mi equipaje es pesado y en ocasiones doloroso, pero mis ojos alcanzan valles insondables y mi sangre se mezcla con los tiempos, con las vidas de otros que vienen conmigo, sombras que dibujan sus abismos en versos que se desangran, ángeles amanecidos, malditos, Eternos...
Algunos recuerdos...
Veo lagos de arena ardiente bajo mis pies, como mares interminables. Se siembra de cuerpos quebrantados, expuestos, desechos, alimento de buitres, carroña para carroñeros. Mi carro se pasea entre la matanza, ufano, cargado de orgullo... la obra macabra es mía... yo soy el artífice de la carnicería... Soy el Primero del Horus de Hakep, el Terrible, Señor de sus legiones, su comandante, su primera lanza, su ejecutor... Los valles de Nubia guardan aún hoy señales de mis flechas y espadas... Desperdicié cientos de vidas. Mis hombres no eran sino herramientas en mi mano que manejar al antojo, honrados de morir bajo mi estandarte...
Ese es mi primer recuerdo, quizá hubo otros anteriores, con toda seguridad, pero aún se mantienen ocultos...

Soy un Antiguo... un alma vieja, pero hay otras.... algunas lo desconocen. Pasean sus miserias por esta existencia ignorando de dónde vienen, quienes son en realidad, dónde están sus orígenes remotos... Quizá recuerden... quizá no lo hagan nunca; quizá, esta vida no sea para ese cometido...
Pero hay otros... algunos los conozco, aunque nunca nos hallamos visto aún... nos buscamos en las noches de Luna, deambulando como espectros surgidos de sus tumbas, arrastrando sudarios de lamentos nocturnos...
Algunos gritan porque no quieren reconocerse, se arrancan los ojos y se arañan, pelean contra sí mismos en una absurda lucha autodestructiva... No todos han tenido mi suerte... yo lo supe pronto.
A veces, un loco aúlla su locura, se retuerce como nido de sierpes. Brama, asegura entre alaridos que las voces le llaman y que ve cosas que no existen... Nunca sintáis lástima... quizá no sea un enfermo... quizá, sólo es que no quiere recordar... porque a veces los recuerdos duelen, enferman, matan o mueren.
No siempre fui un santo, de hecho, nunca lo fui... dentro de mi arde el diablo, las brasas de aquel ancestral guerrero que arrancaba vidas entre lagos de sangre... su furia, su odio, a veces resurgen después de milenios de letargo... es mi pago... es mi bendición y mi martirio.... Mi alma tiene los sones del tango de los burdeles y el brillo en los ojos de los lobos transilvanos.
Hay otros... no siempre nos reconocemos, pero hay claves para ello... Extraña complicidad, simpatía mutua sin explicación racional, confianza demasiado temprana... ¡Busca, haz memoria, recuerda! A veces delata conexiones pasadas, fuertes lazos en otras vidas... vínculos...
Recuerdo a aquel Boliviano... en esta vida se llamaba Miguel, no recuerdo su nombre antiguo, suele pasar. Lavaba platos en un restaurante de comida rápida... nos hicimos amigos pronto... era lógico, le recuerdo amarado a las largas de aquel bergante justo antes de un abordaje con la sarracena entre los dientes y los ojos brillando de furia, hambriento de sangre ante la expectación de abrir algunas gargantas inglesas. Coyote de las estepas del mar del caribe, liberto bajo las tibias que ondeaban sobre la mayor... Sin hacer ascos, sin pedir perdón... era un auténtico perro, como todos. Recuerdo aquellas interminables confesiones de mercenarios sin esperanza, lamentos de filibusteros bajo la Luna de La Habana donde sólo la Luna merece ser Luna, entre botellas de ron y espuma de plata. Crueles y libres como la vida misma. Desde entonces, tiene el ron un lenguaje nostálgico para mi alma. Cada sorbo me regresa a aquellas madrugadas húmedas de salitre. Nos colgaron en Veracruz, después de una encerrona. Fuimos despojo de buitres mecidos del cuello, morimos como los perros que fuimos... hasta la próxima.
Me dijo antes de calzarse la soga que no se puede vivir para siempre... se equivocaba, sólo hay que recordar... él no lo hace, nada sospecha de lo nuestro; pero yo me alegré de volver a verle, como entonces, buscándose la vida... cuatrocientos años no son nada.
Los hay que te acompañan desde el principio... vuelven, regresan en cada existencia... algunos te recuerdan... Ella atisba sus propios principios... desde niña sus visiones fueron siempre nítidas... su alma siempre fue demasiado vieja para ser tan joven, aún hoy es demasiado joven para ser alma tan antigua. No recuerdo su nombre primero... La llamo Isis, entonces ya bailaba bajo la mirada de Sirio... Alguien me dijo que surgió de los estanques como lirio de agua, por eso también es Lirio... pero tiene muchos nombres... oscuridades selénicas que sobreviven al amparo de los vapores tóxicos del día a día. Ella se conoce y me recuerda, cada día más... sabe que perdimos juntos la cabeza en aquel París que nunca sobrevivió a la guillotina. Tampoco fuimos los únicos, ese es mi consuelo. Muchos están aquí. La mayor parte de las afinidades se forjarían al amparo de aquellos días de tumulto y sangre... Allí fue donde empecé a escribir... mis primeras letras se alumbraron al amparo del Sena, pero su baúl de pinceles venía lleno desde tiempo atrás ¡ni lo sospecha! La encontré de nuevo en Italia, entonces sus versos ya poseían esa gravedad lapidaria que hoy respiran.... su sensualidad también es tan antigua como las violetas de su mirada antártica. Fueron años de excesos, de ron y alcobas compartidas con espectros sin dueño. Fiedrick, valiente crápula, fue uno de ellos... Trío cavernario de delincuentes del arte, que vendían por dos copas sus excelsos itinerarios por el olvido. Malditos bebedores de absenta y delirio del barrio antiguo de Berlín... Vampiros, noctámbulos de la eterna noche de los tiempos... Él intuye, ella recuerda... él se resiste, ella se entrega... él volverá más temprano o más tarde... Ella... nunca se marchó...
Nuestras interminables madrugadas aderezadas de cerveza son muestra inequívoca de cuanto aquí digo... Ahora vuelvo a buscarla por los rincones, atisbada entre la niebla, perfilada entre penumbras, tenebrosa y amanecida, Sylvia suicida de sus recuerdos, pero sigue siendo Isis, la primera, la que bailaba bajo la mirada de Sirio, Selénica drogadicta de lujuria vertical, la misma que surgió de los estanques tempranos como lirio de agua....
Hoy sé que Soy... la mitad de la mitad de lo que he de saber... Mi absurda necesidad de bajar a los infiernos, de rescatarme a través de las letras que escribo no es más que la búsqueda de la perpetuidad de mi recuerdo. Somos antiguos, somos los Antiguos... nos buscamos a las puertas del Párnaso Sagrado, jugando a los dados con nuestros propios demonios, en ciclos de perpetuas ascensiones y caídas en picado... rebuscados, melancólicos, venenosos y suicidas... somos los Antiguos. Mírame bien, quizá no me conozcas pero pude ser tu hermano, tu mujer, tu confesor, tu escudero; tu amante, quizá o tu asesino. Si te punza el corazón a mi paso, quizá ya nos encontramos hace tiempo sobre las lomas de Jericó o ante la tumba de Cristo.
Hoy deshago mis días escribiendo versos, narrando historias... Las letras son para mí bálsamo de mis heridas sin cicatrizar, fruto de fruta prohibida robada a Dios en un descuido... la oscura maldición que soporto y comparto con mis hermanos de sangre. Yo me despojo de la mascarada que encorseta las rutinas pasajeras, alimento al mundo con confesiones veladas, crípticos mensajes, pesadillas incompletas y tumbas vacías.... Nuestra oscuridad compartida es semilla del diablo, pero emblema de identidad de nuestra estirpe condenada a saberse distinta. Quizá tú estuviste con nosotros...
Quizá te recuerdo y solo te mando un mensaje cifrado. No te dejes engañar por el absurdo velo de la razón... no hay imaginación en lo que hago... tampoco hay mérito.... no invento nada... solo recuerdo... Me limito a recordar....
¿Crees que estoy loco? No lo dudo, no serías el primero... pero entonces estás muerto... en esta vida sólo eres escombro. Quizá no te ha llegado la hora... camina, sigue caminando... olvida cuanto has leído...
Pero si algo te punza el alma... y en algo te reconoces en estas líneas... entonces...
¡Por el Amor de Dios! ¡Recuerda! ¡¡Despierta!!

Soy un Antiguo... Somos los Antiguos.