sábado, 21 de agosto de 2010

Heridas de Poeta

Somos extraños… los poetas
Siempre dispuestos a mentir cuando lo necesitamos
Con la verdad en los labios cuando es innecesario
Se nos envuelven las palabras en los ojos
Con doble filo y mascarada
Y decimos «no» cuando el «si» ahoga tan profundo y se clava
Sabemos caer en emboscadas
Calculadas a destiempo, siempre inútiles
Y cometer el mismo error todas las noches.

Somos especialistas del disparo franco a retaguardia
Sin más objetivo que nuestros miedos
En negar la evidencia mundana y escondernos
Como niños
En la excusa
A la sombra del escombro de un beso
Robado al calor del vino.

Somos extraños, los poetas
Tú y yo somos extraños
Extraño el mundo que imagino
Más allá de las ventanas del tiempo

Somos extraños a la intemperie y a corazón desnudo
Tan extraños
Y tan esquivos
Que se nos pierden los ojos mientras vuelan

No existe manual o mapa de carretera
Ni diccionario bilingüe para nuestros latidos
Ni se regalan oídos de madrugada
Hablamos por boca de otros para no hablar a la cara
Somos extraños. En todos los sentidos, un poema
Arañazo anacrónico que sangra
Incontestable habilidad para el alarido
Y la caricia

Colgados de las manos somos
Ecos del niño que fuimos
Agarrados en la desesperación del abandono
Cuando el tiempo inexorable cuenta días y nos separa
Cuando el abismo toma cómputo de calendario
Esperamos como un milagro mentir de nuevo, si hace falta
Tejiendo el velo que empañe la verdad que rehuimos

Sentir con dolor es nuestro castigo
Cada segundo y amar sin reglas
el privilegio prohibido inconfesable
Sigo apostando el corazón a la misma carta
Tantas veces vencida de antemano
Cuando el premio se antoja imposible
Y apostar
Es seguir vivo




Epílogo de un verso

El sueño, la aspiración máxima, tiene alas
Vuela y desciende en picado.
La utopía es siempre la misma.
Apostar la suerte al diablo y la tuya conmigo
Sumar heridas es un deporte admitido
Para un corazón en las trincheras

Sólo existe un cielo para un poeta
Somos extraños, hay que admitirlo
Dejar abandonada el alma en unos labios
Que busquen ser sepulcro de los míos.





Te esperé paciente en el andén del tiempo
Con tu sonrisa a estrenar recién encontrada
Te esperé paciente más allá de las horas
Donde la madrugada se vuelve aún más madrugada
Y el silencio es melodía de piano al viento

Te esperé por los rincones lóbregos de la soledad caníbal
Nunca más soledad que en tu ausencia
Cautiva en tu sonrisa, recién encontrada,
silueta insomne, de sueño despierto
durmiente de incógnito que juega a creerse imprescindible

huelga decir que nunca volviste